Ningún editor en ninguna redacción dirá jamás “haremos
una campaña para destruir a fulano”. No, los editores, los dueños de los
medios, y los que allí mandan, no hablan así. No más allá del ámbito de sus
herméticas cúpulas, y a veces ni siquiera allí. Suelen presentarse “indignados”
por las peripecias morales de Fulano.
Por Daniel Ares (*) / Más bien, y dependiendo ya
de las capacidades histriónicas de cada editor, éste se presentará acaso indignado
por las peripecias morales de Fulano; quizá nos agregue un inventario de sus
probables miserias –que nosotros tomaremos como probadas-, y luego
sí, por fin, casi con inocencia, nos encargará una investigación sobre el
sospechoso Fulano, investigación que no será exitosa si no se encuentran
los argumentos que sostengan sus prejuicios. ¿Se entiende? Mejor así, en el
periodismo industrial, el novato deja de ser un novato a medida que afina el
oído.
A fines de 1990, y al cabo de cinco años de sobrevivir
como free lance –así gustaba llamarme-, circunstancias
muy personales que no vienen al caso, me obligaron a volver al yugo diario de
las grandes redacciones, las “redacciones estrepitosas”, como las
llamaba Arlt…
Elegí Noticias de la Editorial Perfil, porque
entonces era la revista de mayor venta, y porque en el comando estaban varios
viejos camaradas de los días de plomo que sí habían seguido su carrera
jerárquica a bordo de sólidos buques mercantes. Apenas me ofrecí por las
dársenas, enseguida me tomaron, y allí tenía ya mi primera bolsa de papas
doblándome los hombros. Empezaba de vuelta como si empezara de abajo.
El mundo de las grandes redacciones es un ambiente seudo
artístico, de seudos artistas y seudos astros, donde el ego auténtico nos
revela lo peor de nosotros, egoísmos, vanidades, competencia desleal, celos
profesionales –un eufemismo por envidia-, y otras miserias
conjugadas… ninguna bohemia, ja, qué va: te dormís cinco segundos, y te pasan
una navaja por el cuello.
Así las cosas, en tales ámbitos, no siempre se perdona el
retorno de los hijos pródigos que probaron la libertad, y… y que aquí vuelven
vencidos.
Allí entonces, cierta tarde, Teresa Pacciti, editora
entonces de Noticias, me encomendó “como para empezar” un “recuadrito”- rápido
y barato- sobre Eduardo Eurnekian, entonces flamante dueño de la señal América de
televisión, ya sobre los aeropuertos argentinos, y tan allegado sino amigo del
entonces presidente Carlos Menem.
Allí mismo, Teresa, indignada por carácter transitivo, me
contó que “Jorge” (Fontevecchia), parecía muy republicanamente
preocupado por el crecimiento patrimonial y mediático del fulano en cuestión…
A buen entendedor, claro… De cualquier forma el destino eran
no más de 30 líneas como parte de una nota que ni siquiera me explicaron.
Empezaba de vuelta como si empezara de abajo.
Pero la experiencia vale la vida que te cuesta.
Entonces Eduardo Eurnekian mantenía una casi violenta
rivalidad pública con Julio Ramos, dueño-fundador de Ámbito Financiero,
y que por aquellos días justamente por una licitación con Eurnekian, una señal
de radio, o algo más, eso no puedo recordarlo, lo que sí recuerdo, es que
se odiaban.
Tomé el atajo.
Para no molestar al señor Eurnekian con una entrevista en la
que me hablara bien de sí mismo sin parar, preferí molestar mejor al señor
Julio Ramos, que sin embargo no quiso hablar de su archirrival, en atención a
la ética –supuse-, pero quien muy amablemente, al día siguiente nomás, me hizo
llegar a la redacción de Noticias pero a mi nombre una caja que
parecía contener dos pares de zapatos, pero contenía más o menos cuatro kilos
de fotocopias con la vida y la obra, documentos personales, contratos,
negocios, antecedente legales, causas, pelos y señales de mi objetivo y sus
empresas.
Todo, bah.
En ese plato de plata, faltaba nada más que la cabeza
cortada del propio Eurnekian.
El volumen y la calidad del material se llevaron por delante
cualquier otra idea, y aquella nota fue la tapa de la semana. Ningún
recuadrito.
Arrancábamos bien.
Sentí que aún no estaba en forma del todo, pero que los
reflejos todavía respondían, y que las mañas cosechadas en los caminos,
comenzaban por fin a florecer… y a fructificar.
Como escribo estos relatos sobre todo para salvar de
ilusiones innecesarias a los jóvenes que se inician en la industria
periodística, me gustaría por las dudas subrayar la moraleja: cuando tu
objetivo tiene enemigos, tu misión tiene amigos.
Y nunca agradezcan nada.
Antes de un año Julio Ramos iba a cobrarme bien caro aquél
favor (que también se hizo a sí mismo)… pero eso es un capítulo aparte.
Lo importante es recordar que en este juego, uno es el
pescador, ellos los tiburones. (Continuará)
(*) El autor es editor de Elmartiyo.blogspot
Fuente: Agepeba
Mabel Maidana, Co Coordinadora Comisión Nicolás Casullo
de Medios Audiovisuales en Carta Abierta
Mabel Maidana, Co Coordinadora Comisión Nicolás Casullo
de Medios Audiovisuales en Carta Abierta
No hay comentarios:
Publicar un comentario