Los límites institucionales y políticos de protestas como las de anoche figuran en la Constitución. El rol de los monopolios de la palabra en esos acontecimientos, o cómo los manifestantes del 8N hablaban en clave Clarín. Entre Mariotto, Saintout, Pirandello y Pitágoras.
La calurosa jornada de protesta registrada anoche en varias ciudades del país, aunque con epicentro geográfico y cultural muy porteño (las movilizaciones en el llamado interior fueron ofrecidas por la pantallas de la tele dominante para avalar a los del Obelisco y Plaza de Mayo), servirán hoy para un sinfín de especulaciones cuanticualitativas en torno a sus posibles significados, y para una no se sabe bien hasta dónde pirandelliana búsqueda de hacedores y o beneficiarios, porque si el italiano Luigi Pirandello escribió sobre los seis personajes que buscaban a su autor, los exaltados manifestantes de ayer rechazan sin más toda posibilidad de referencia en uno u otro de los jefecitos de la oposición, que fogonearon pero no se animaron a estar. En ese último sentido, hasta podría decirse que el 8N fue decididamente antigubernamental pero también condenatorio de los vocingleros políticos que se desgañitan contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner; o dicho de otro modo, a la derecha argentina le falta un Capriles (por el ex candidato a la presidencia de Venezuela Henrique Capriles) que pueda sintetizar deseos de dólares baratos, odios personales, sensibilización ante las consecuencias del delito, desprecio por el Estado y nostalgias dictatoriales, por ejemplo; y que, además, luego termine perdiendo las elecciones.
Cuando los cacerolazos de septiembre pasado, TN, el aparato mediático concentrado y la dirigencia opositora detrás, ponían en valor el carácter “espontáneo” y no organizado de la protestas, incurriendo en una doble falacia: primero que la espontaneidad nunca fue tal y segundo que, de haberlo sido, no hubiese implicado mérito alguno frente a la organización; es más, nuestras leyes que regulan el sistema republicano de gobierno prevén varias instancias organizativas, estatales y partidarias, para que el pueblo pueda ejercer el derecho a constituirse como voluntad soberana. Sucede que esa “no organización”, que se traduce en no política, forma parte del discurso histórico de la derecha argentina (que ni siquiera se animó nunca a llamarse así sino que siempre eligió el eufemismo de “centro”). Ejemplo de ello fueron los discursos de Mauricio Macri durante los tres procesos electorales que lo tuvieron como candidato.
Sin embargo, esta vez, no pudieron ocultar la organización que fue mucho más que la de una intensa actividad en las redes sociales. Circularon dinero, infraestructura, aparato de propaganda y logística, incluso internacional. El problema es que, cada vez que se negaron, esas formas organizativas actuaron como herramientas de actores que violaron las leyes y la Constitución.
Más allá de todas las consideraciones iniciales, este texto pretende ensayar acerca de las proximidades entre los números 8 (N) y 7 (D). No precisamente sobre las que derivan del calendario, ni mucho menos respecto de las que lucen como pitagóricas, en cuanto al concepto de los denominados “números amigos”, que lo son, dicen los matemáticos, cuando dos enteros positivos a y b conjugan de forma tal que a es la suma de los divisores propios de b, y b es la suma de los divisores propios de a, como el par de naturales 220 y 284, tal cual lo vio el propio Pitágoras, para quien los dos tenían cualidades mágicas.
El 8 y el 7 no son amigos, claro está, pero guardan una correlación inapelable, en la cual el primero explica a gritos el porque de la necesidad del segundo.
Al participar anoche en el programa 6,7,8, de la TV pública (toda asociación entre cifras es mera coincidencia y ninguna responsabilidad en ello tiene los seguidores de Pitágoras), la decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, Florencia Saintout, en cierto modo se refirió a una figura que no deja de ser ilustrativa: el Grupo Clarín como síntesis del aparato mediático hegemónico, y operando como una especie de espíritu maldito de una “perversa trinidad”, en la cual “el padre” seria el capital concentrado y “el hijo” la corporación política que les sirve y se ofrenda en su nombre. “Es curioso comprobar como la mayoría de los discursos que surgen de aquellos están en la protesta contra el gobierno nacional reproducen la agenda, los lenguajes y hasta las formas de decir de los programa de TN”, dijo.
Es que tal cual la configuración litúrgica y dogmática de la “santísima Trinidad”, el “espíritu” opera como hálito que le insufla vida a los cuerpos, como lo hacen la agenda y los lenguajes de Clarín a esa especie de confuso fervor antigubernamental que se expresó en la calles; de lo cual y para que los argentinos todos puedan decirse y leerse a sí mismo en estilos diversos, es que surge como necesario, grave y urgente el efecto que la Corte Suprema de Justicia le confirió al próximo día 7 de septiembre, fecha en que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual debe perfeccionar su plena vigencia.
De alguna manera, las observaciones de Saintouot en 6,7,8 coinciden con las apreciaciones que formulara este mismo jueves por la tarde, en Moreno, el vicegobernador de la Provincia, Gabriel Mariotto, durante un acto junto al intendente de esa localidad del Conurbano, Mariano West, y en el cual quedó inaugurada una nueva Casa Compañera, instancia de organización territorial que despliega el titular del Senado bonaerense para militar en torno al “proyecto nacional que conduce la presidenta”.
“Hoy podrán salir con la cacerolas que quieran, con las de teflón, que salgan con las de acero inoxidables, pero no van a poder con esta alegría. (…) Nosotros no aparecemos en la tele, no tenemos la visibilidad que tienen otros, pero nuestro 8N es como fue nuestro 7N, 6N, 3E, 4F. Siempre con la alegría permanente de una construcción que no se detiene”, aseguró Mariotto, para quien “el amor vence al odio y las urnas vencen a las cacerolas”.
Con esa última imagen, la de las urnas venciendo a las cacerolas, quien fuera por instrucciones de la presidenta hacedor de la Ley de Medios, configuró el límite mismo de maniobras como las desplegadas ayer desde el arco opositor más furibundamente antigubernamental: la voluntad popular expresada en el sufragio, la que hace un año le dio un respaldo histórico al actual gobierno nacional.
Por Victor Ego Ducrot