Tina Gardella sostiene que los juicios por delitos de lesa humanidad generan un nuevo escenario que interpela las prácticas comunicacionales.
Desde Tucumán
–Traé la entrevista a la principal testigo a cualquier precio.
–A cualquier precio no. No puede un grabador arrasar con tantos años de dolor hasta decidirse a declarar en el juicio. No puede un grabador tirar por la borda el trabajo del equipo de acompañamiento a testigos.
–A cualquier precio no. No puede un grabador arrasar con tantos años de dolor hasta decidirse a declarar en el juicio. No puede un grabador tirar por la borda el trabajo del equipo de acompañamiento a testigos.
El diálogo entre el periodista y su jefe en uno de los más importantes medios de comunicación de Tucumán, en relación con el quinto juicio por delitos de lesa humanidad en la provincia que finalizara recientemente, da cuenta de ciertos y esperanzadores cambios en la posibilidad de construir otras rutinas periodísticas. O también, desde dónde construirlas, de manera que no sean sólo el registro de lo que pasa o de lo que no pasa, sino también el registro cabal de la subjetividad de quien lo narra.
Desde los procesos socio-culturales e histórico-políticos que llevan adelante nuestras comunidades en su afán de construir nación, los juicios por delitos de lesa humanidad configuran un escenario otro que habilita no sólo la construcción y reconstrucción de la memoria histórica. Interpelan, además, a la configuración de prácticas comunicacionales que construyan una subjetividad sensible a la injusticia y propicia a otras formas de poner lo imaginario en lo público para desde allí convertirse en político.
Las formas organizacionales que instituyeron los juicios y a las que a su vez éstos fueron configurando, exceden al escenario de lo jurídico para abarcar a la comunidad toda en sus formas específicas o no de organización colectiva: los organismos de derechos humanos, el Estado, la universidad, los testigos y también los medios de comunicación. Desde el primer juicio el aprendizaje de las formas comunicativas como marcos de expresión y de acción, ha ido mutando del mero registro del “dato” o la “primicia” a la observación atenta de miradas, gestos y ademanes, a la percepción de climas y tensiones, al registro no sólo de lo que se dice sino del cómo se lo dice.
Elaborar estrategias de comunicación en la producción de sentido a partir de estos juicios supone siempre repensar en nuevas formas de articulación ante la necesidad comunicativa de relacionar prácticas, espacios y actores sociales que permitan transformar los hechos sociales y políticos nefastos de la represión de la dictadura, pero además, las percepciones y valoraciones que se tiene sobre esos mismos hechos.
En ese sentido, tomar fuerza e importancia particular, las formas comunicativas en que los juicios llegan a la comunidad, mediadas por las tensiones en general, pero especialmente por aquellas a las que están sometidos los propios encargados de hacerlo. Entre ellas, y sólo por nombrar las que más aparecen en la cobertura de los juicios:
- La tensión entre lo académico y lo profesional: la mayoría de los periodistas que ingresaron a trabajar en los medios de comunicación en este último tiempo son egresados de las carreras de comunicación.
- La tensión entre la información y la comunicación: hay dificultades en considerar una nota periodística como un acto de comunicación que pone en relación a diferentes actores sociales.
- La tensión entre prácticas sociales y rutinas periodísticas: no siempre las prácticas sociales responden a los cánones y estándares que rigen la construcción de la noticia.
Lo cierto es que los jóvenes periodistas y comunicadores están trabajando estas tensiones desde abordajes nuevos y creativos de sus propias rutinas, construyendo y a su vez construyéndose en cada nota periodística, como una forma de trabajar, en colectivo, sus propias subjetividades.
Será que sienten cercana la frase de Sartre que cita Pedro Lipcovich en “El cuento por su autor” en este mismo diario: “La función del escritor consiste en obrar de modo que nadie pueda ignorar el mundo y que nadie pueda ante el mundo decirse inocente”.
Por Tina Gardella, Licenciada en Comunicación Social.
Fuente: Página 12, 7-3-2012