SÍ, AMOR Y ALEGRÍA, SACO ABIERTO Y MOCASINES, BIROME BIC NEGRA Y PATRIOTA EMPEDERNIDO, BORRACHO DE POLÍTICA Y OBSESIVO DE JUSTICIA. Y BUEH, TODO EL PAÍS Y AUN MÁS ALLÁ, A UN AÑO DE SU PARTIDA, RECUERDA A ESTE ENTRAÑABLE PRÓCER COTEMPORÁNEO COMO FUE EL NÉSTOR.
Un cumpa santacruceño que selló a un más que notable pasaje de nuestra historia, abriendo las puertas del siglo XXI a nuestra patria y a la región; la Patria Grande de Martí, con la cual también soñaba el General Perón y tantos otros. Ríos de tinta en líneas referentes a Néstor ya se escribieron, se escriben y escribirán aún.Pero si me permitís, me quiero detener por ahora en una única frase emanada de él, gastada tal vez y que todos recontraconocemos y que repetidamente se cita en cada expresión alusiva: “No dejaré mis principios en la puerta de la Casa Rosada.” Elijo esta frase porque quizás allí se conforme el eje contenedor en cómo se proyectaron sus ideas al campo de la acción, sin negociarlas ni claudicarlas; en una acción en la cual era nada más ni nada menos que encabezar, dirigir y administrar los destinos del Estado nación, de su pueblo y el protagonismo de un país transformado para instalarse nuevamente y con éxito en el contexto de las naciones del mundo. Creo que en esta sencilla descripción se señala el aporte que hizo un patriota de su ideario atesorado hacia nuestros pueblos. Un ideario contenedor de esos principios, a saber, los que “no dejó en la puerta de la Casa Rosada”.
El 27 de octubre lo recordamos todos. Lo recuerda la juventud sacada del ostracismo que acarreó el neoliberalismo sobre sus valores, para volver a ser protagonista en la construcción de sus ideas aplicadas a la acción política nuevamente. La juventud que en sus cánticos lo mantiene vivo; y presente en sus expresiones militantes y reivindicativas de pueblo movilizado. Juventud que hoy porta en sus remeras la leyenda: “Yo lo vi bajar el cuadro”.
También lo recordamos sus compañeros contemporáneos de aquel épico “setentismo” que los formó juntos, en una militancia que jamás se conoció por sus características en la historia de nuestro país; y cuya experiencia bien pueden alimentar los basamentos útiles para nuevas generaciones.
Lo recuerdan los trabajadores que volvieron a ser dignos del trabajo como cultura, la remuneración consecuente y la organización recuperada. Lo recuerdan mujeres y hombres y sus valores genéricos en la sociedad.
Lo recuerdan los mayores jubilados, que volvieron a retener sus derechos de percibir con justeza el premio bien habido de una vida de trabajo. Lo recuerdan los técnicos, científicos y empresarios que volvieron a ocupar sus sitiales en este suelo con proyectos y el respeto debido. Lo recordamos los peronistas, porque nos devolvió potenciado el merecido protagonismo histórico que siempre anhelamos para la grandeza de los pueblos; reivindicando con creces a nuestros caídos en las luchas de resistencias contra la reacción conservadora y egoísta, enemiga de la equidad humana.
Los peronistas volvimos a multiplicarnos con nuestra juventud y a cantar la marcha más seguido y con la alegría de pertenencia; nuestra identidad se fortaleció. No me cansaré de decir, la puta que lo parió, gracias compañero Néstor. Esto y muchas cosas más se podrían decir y agregar sobre el cumpazo Néstor; pero vayámoslo haciendo, sin olvidarnos de él, a medida que nuestro proyecto nacional y popular siga avanzando y profundizándose con Cristina a la cabeza, como conductora indiscutible en esta coyuntura que nos toca vivir a todos con el espíritu lleno de patria y amor.
Bueno Néstor, a un año de tu partida los argentinos te hicimos y nos hicimos un gran regalo, llenamos las urnas para ella, para Cristina, tu cumpa. Una vez más, gracias compañero Néstor. Todos bien juntos, vos en el medio, hasta la victoria final.