sábado, 26 de mayo de 2012

UNA CLASE DE HISTORIA



El discurso de la presidenta Cristina Fernández en los festejos de la Revolución de Mayo como insumo para pensar y enseñar filosofía de la historia. El aula, la patria y las crisis.

Entrará al aula como todos los lunes a las 10.45, justo después del timbre que pone fin al segundo recreo. Los estudiantes lo aguardarán con un murmullo expectante: hoy deben presentar un informe de una carilla sobre el aniversario de la Revolución de Mayo.

La semana anterior el profesor de Historia les había pedido –como tarea para el hogar- que elaboraran una reflexión basada en el discurso de la Presidenta en ocasión de los festejos del 25 de Mayo. La consigna era clara: dejar los manuales y los textos escolares a un costado y concentrarse en las palabras de Cristina Fernández.

- ¿Cómo les fue con la tarea?, pregunta para romper el hielo.
El silencio domina la sala. Nadie se anima a iniciar la exposición que los ocupó casi todo el fin de semana largo.
- ¿Escucharon el discurso de la Presidenta?
- Yo tengo una pregunta.
La voz, tímida, viene del fondo. – ¿Cómo se hace para empujar la historia? ¿Cuánta gente hace falta para eso?
- ¿Por qué lo preguntás? Piensa que no es un buen ejemplo para sus alumnos responder una pregunta, o dos como en este caso, con otra pregunta.
- Pregunto porque Cristina dijo que hay que empujar la historia para el lado de las transformaciones, o algo así.
Piensa que esa frase del discurso, que al él también lo impactó, abre buenas posibilidades para pensar el sentido de la historia por fuera de una mera enumeración de fechas y nombres propios
- Veamos, la historia no está resuelta de antemano, la hacemos entre todos cada día de nuestras vidas. Es más, en estos momentos estamos haciendo la historia.
Otra voz, inquieta, interviene. – Cuando el auto de mi papá no arranca, nos bajamos todos a empujarlo; o sea que la historia es como un auto.
– En realidad la historia nunca está quieta, está en permanente movimiento, siempre va hacia algún lado; y no hay un solo camino, hay varios y nosotros….
- ¿Y queda lejos ese lugar de las trasformaciones que dijo la Presi?
- Ese es el asunto. Las calles por donde transita la historia no tienen un punto de llegada. Además, no todos pensamos igual y, por lo tanto, siempre está en discusión el rumbo que debemos seguir.
La idea de pensar la filosofía de la historia a partir de una frase tan potente le resulta fascinante. Después de todo, de eso se trata si entendemos el carácter estratégico del cuestionamiento a la idea posmoderna del fin de la historia.
Decide avanzar: – La historia se mueve y son los conflictos sociales el motor de ese movimiento.
- O sea, profe, que los conflictos no son tan malos como dice mi mamá. Ella dice que este país no tiene futuro si la Presidenta enfrenta a los argentinos.
Medita la respuesta unos segundos: – Si la historia siempre se mueve, y los conflictos son el motor, podemos decir que no hay historia sin conflictos; es decir, que siempre están ahí, los veamos o no.
- Pero… ¿qué quiso decir Cristina con eso del lugar de las transformaciones?
- Bueno, creo que hay quienes quieren transformar las cosas que están mal y quienes pretenden ir por un camino que no nos conduzca a esos cambios. En este caso, hay un conflicto que no es ni bueno ni malo, es un aspecto que estuvo presente en todos los momentos de nuestra historia.
Se asusta un poco por el tono en que derivó la clase. Sin embargo, eso buscaba cuando les dio la tarea de reflexionar sobre las palabras de la Presidenta.
- Yo anoté algo que no entendí: “Les devolvimos a los argentinos la Patria que les arrebataron”. ¿La Patria se puede robar?
Mira su reloj, queda poco tiempo y decide que el lunes siguiente retomaría la misma dinámica.
– Les cuento algo: cuando yo era más joven, sentía que la Patria no me pertenecía, es decir, que era algo ajeno. En fin, con eso quiero decir que a muchos nos quitaron la alegría de sentirnos parte de esta sociedad, de este país, de nuestra historia.
-¿Y quiénes se robaron la Patria?
- Los mismos que hoy no quieren los cambios, que empujan la historia hacia otro lado.
Le sorprende su propia respuesta. El timbre suena y termina la clase de historia. Les propone que discutan la charla de hoy con los padres, abuelos, hermanos o primos. Saluda.
Sale de la escuela, aún sorprendido por el tenor de la clase. Intenta arrancar su auto pero es inútil. Pasaron varios minutos y el auto no se pone en marcha. Se dispone a llamar al auxilio, como tantas veces, para pedir ayuda; pero la llamada se interrumpe con la voz de un hombre que, junto a otros, se acercan al vehículo. Baja la ventanilla para escuchar con claridad.
- Profe, ponga segunda que nosotros le damos un empujoncito.
- Gracias, creí que me iba a quedar varado un rato largo.
- No se preocupe maestro. El auto puede fallar, pero la historia sigue andando.
Ernesto Espeche es Doctor en Comunicación por la UNLP, docente e investigador.
Mabel Maidana, Co-coordinadora Comisión Nicolás Casullo de Medios Audiovisuales en Carta Abierta




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