lunes, 8 de agosto de 2011

UN PERIODISTA MILITANTE, EJEMPLO DE ÉTICA

El viernes 5 de agosto a las 21:50 murió el periodista y compañero Claudio Díaz a los 52 años. Estaba muy enfermo, un cáncer de tiroides se lo llevó en pocos meses. Para conocer más detalles sobre la vida de Claudio ver acá donde el diario Tiempo Argentino lo menciona como "el periodista que se animó a enfrentar a Clarin."

Publicamos la carta que Claudio Díaz dio a conocer cuando presentó la renuncia a su trabajo en el Grupo Clarín. Esta carta tendría que ser leída por todos los estudiantes de periodismo y de las carreras de ciencias de la comunicación. Así como es ineludible la lectura de la carta a la Junta Militar de Rodolfo Walsh.
Dos momentos y situaciones diferentes, dos razones distintas, dos paradigmas:


Claudio Díaz, abril de 2008
“Me voy orgulloso de haber seguido aprendiendo lo que es vocación, oficio, dignidad y ejercicio responsable del buen periodismo. Me voy avergonzado de la conducta de quienes deberían honrar el trabajo periodístico y no lo hacen.”

Este viernes será mi último día de trabajo en el querido Zonal Morón Ituzaingó. He tomado la decisión de renunciar al cargo de redactor que ejercía y, como es de rigor en estos casos, quiero despedirme de los amigos que gané durante mis siete años de permanencia en el diario y de los buenos compañeros con los que compartí muchas tardes entretenidas. Pero no quiero irme sin antes explicarles, a ustedes y también a quienes ocupan los cargos jerárquicos de esta empresa, los motivos de mi retiro.

A fines de marzo la revista Veintitrés me pidió una opinión sobre el rol que cumplen los medios periodísticos y algunos intelectuales en la elaboración del discurso político actual. Yo efectué una dura crítica a lo que se da en llamar el Grupo Clarín y acentué, particularmente, lo que a mi criterio había sido una clara manipulación informativa durante la cobertura del conflicto Gobierno vs. Campo, tanto por parte del diario como de Canal 13 y TN.

En este caso no hice más que expresar, libremente, la vergüenza que me provocó –como periodista pero también como simple ciudadano– el ejercicio “periodístico” del Planeta Clarín y sus satélites. La reacción por parte de la empresa, como es de suponer, fue inmediata. Y hasta la consideré razonable. Es más: a uno de los colegas aludidos, Julio Blanck, le di explicaciones acerca de por qué yo lo incluía en una lista de hombres de prensa que –desde mi punto de vista– sostienen un discurso “progresista” pero le terminan haciendo el juego al llamado establishment.


Hasta ahí todo bien. Lo que siguió después es distinto. Las autoridades editoriales (en este momento no se me ocurre otro término) le comunicaron a mis jefes que “de ahora en más” dejara de escribir la página 3 del Zonal (que se supone es la más “importante”) y que me limitara a hacer –es textual– “notas blandas”. Una estupidez, realmente. Pero pocas horas después se emitió otra orden: que no se me autorizara a tomar la totalidad de días de vacaciones adeudados, que había pedido para esta semana. No dieron argumento alguno para justificar la negativa. La verdad es que por ninguno de estos dos castigos tendría que haberme hecho mala sangre. Sin embargo, dije “basta” y tomé la decisión de no seguir adelante con mi trabajo en el Zonal, harto del doble discurso de este diario, de su hipocresía, de pontificar en sus editoriales y notas de opinión una cosa para después hacer otra. Es tanta la repugnancia que sentí por quienes posan como adalides de la libertad de expresión que me dije a mí mismo: “hasta aquí llegué”. 

Quiero decir: hace más de 20 años que ejerzo el oficio de periodista; conozco perfectamente los condicionamientos que nos ponen para atenuar o directamente diluir nuestra vocación de contar y decir las cosas como uno cree que son, aun a riesgo de equivocarse. En fin, en casi todos lados he comprobado (eso tan viejo pero siempre vigente) que una cosa es la libertad de prensa y otra la libertad de empresa. Pero lo que viví en Clarín en los últimos tiempos superó todo… Gracias a Dios, ¡todavía tengo vergüenza! Pero lo que ya no tengo es estómago para tragarme las cosas que hace este diario en nombre del periodismo.

A esta altura ya no puedo soportar tanto cinismo. Como cuando desde un título o una nota se insiste en que no decrece el nivel del trabajo en negro y las condiciones laborales son cada vez más precarias, siendo que en todas las redacciones del Grupo se emplea a pasantes a los que se los explota de manera desvergonzada, obligándolos a hacer tareas de redactor por la misma paga que recibe un cadete, sin obra social ni vacaciones. Es el mismo cinismo de despotricar contra la desocupación al tiempo que se lanzan a la calle nuevos productos sin contratar a trabajadores, duplicando y hasta triplicando el horario de los que ya están dentro de la maquinaria. Es el mismo cinismo de presionar a redactores para que se conviertan en editores, bajo la promesa (falsa) de que “algún día” se les reconocerá la diferencia salarial.

Si como se sostiene el martes 15 en la cotidiana carta del editor al lector, “son los medios y los periodistas los que deben regularse y actuar con responsabilidad democrática”, pues bien Sr. Kirschbaum, yo empiezo por esa tarea. Porque si Clarín tanto se rasga las vestiduras asegurando que respeta la libertad de expresión, ¿por qué sanciona a un periodista que vierte, ejercitando esa libertad de pensamiento, una opinión? Tengo otras cosas para decirle a usted y a quienes lo secundan (si es que a esta altura todavía están leyendo…): la demonización que practica el diario a través de un “inocente” semáforo que cumple la misión de dividir al mundo en ángeles y demonios (según el interés ideológico o comercial del Grupo), ha llegado al nivel de un verdadero pasquín que nada tiene que envidiarles a las publicaciones partidarias. Es peor todavía, porque estas tienen la honestidad de reconocerse como expresiones de un partido político o de un espacio ideológico. En cambio, Clarín se imprime bajo el infame rótulo de periodismo independiente…

En pos de engrosar la cuenta bancaria se ha perdido todo decoro. Da la sensación de que los que se llaman periodistas o columnistas ya ni sienten un mínimo de pudor por haberse convertido en contadores del negocio mediático, desvividos por saber cuánto dinero ingresa a las arcas; lo único que les falta es salir con el camión de Juncadella. Digo esto porque ha sido patética, en la misma carta del editor del martes 15, la reacción editorial contra otros medios periodísticos competidores que estarían atreviéndose a morder un pedazo del queso que el Grupo quiere deglutirse, como de costumbre, solito y solo, calificando a aquellos de miserables, travestidos y miembros de una jauría. ¡Después cuestionan a D’Elía o a Moyano por las palabras “ofensivas” que lanzan contra el periodismo independiente y democrático!

La publicación de su renuncia laboral sin concesiones nos parece el mejor homenaje que podemos hacerle a Claudio. Hasta siempre compañero! 

La Coordinación 
Comisión Nicolás Casullo de Medios Audiovisuales
en Carta Abierta

2 comentarios:

Coco Plaza dijo...

En estos tiempos, todo homenaje es poco en compañeros como Claudio. Resistió su espíritu sobre su aspecto físico. Por eso se sacó el cuerpo de encima para ayudar sin su molestia desde donde nos está ayudando Néstor.

Anónimo dijo...

Dejo mi abrazo sentido para Claudio en este adiós, saludo a los suyos y los hago míos en el corazón en estas horas aunque no los conozca, quizá. Mi respeto. Recuerdo a Claudio: sus gestos, su conducta, su temple y su capacidad e inteligencia en la vieja redacción de "Crónica" de la avenida Garay en los 80. Agradezco sus palabras de aliento de entonces cuando emprendí mi primera experiencia en radio junto a Jorge Aloy, Susana Gonzalez, Miguel Gargiulo y Gabriel Mariotto en la FM Ciudades de Lomas de Zamora.
El campo popular y el peronismo todo lo extrañarán como una de las mentes mas preclaras y necesarias a la hora de las ideas y el compromiso.

Hasta la victoria siempre, compañero...!!!

Daniel Goñi
DNI: 11.692.399