martes, 30 de noviembre de 2010

PENSAR A LOS MEDIOS DE COMUNICACION PUBLICOS EN EL NUEVO ESQUEMA COMUNICACIONAL

*Ernesto Espeche
 Pensar a los medios de comunicación públicos en el actual escenario latinoamericano es una tarea ineludible para la profundización de los procesos democráticos abiertos en la región.

Desde la intentona golpista al presidente Hugo Chávez en 2002 se evidencia cada vez con mayor claridad el carácter desestabilizador que subyace en las conductas de las corporaciones mediáticas hegemónicas. Los medios gestionados por los Estados nacionales y aquellos ubicados en la órbita de las organizaciones populares adquieren, entonces, una dimensión central en el sostenimiento del cuerpo simbólico asociado a las transformaciones iniciadas a comienzos de la década.

Las radios y la televisión pública tienen, así, un primer desafío: la articulación en materia de producción de contenidos con la enorme y dispersa red de medios populares, alternativos y comunitarios. En ese sentido se inscriben las tareas de capacitación y profesionalización que vienen desarrollando la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) y las Universidades Nacionales. Este primer acercamiento debe conducir al diseño de un sistema nacional y regional de producción y distribución de materiales de calidad estética y conceptual. Las emisoras públicas pueden, en ese esquema, facilitar los vínculos en cada localidad y asumir las demandas de formación y especialización que surjan de esa dialéctica.

Si los medios corporativizados apuestan por el desgaste de los procesos democráticos, los medios públicos deben, por el contrario, ajustar sus líneas editoriales en función de un gran objetivo estratégico: apuntalar los principales ejes que posibilitaron las trasformaciones experimentadas desde hace algunos años.

En el caso argentino se trata de “filtrar” cada decisión periodística o artística por el tamiz de la integración regional, la soberanía política y económica, la justicia distributiva y el respeto por los derechos humanos desde la memoria, la justicia y el reconocimiento de la diversidad. Perdón… quien siga creyendo en alguna mágica posibilidad de comunicación mediática independiente, neutral o sin filtros ideológicos quizás encuentre cierta tendencialidad en estas palabras, pero no les parece al menos sospechosos que alguien pretenda hablar por un micrófono desde una supuesta verdad absoluta… eso tiene poco que ver con la democracia. En otras palabras, no esconder nuestra posición es definitivamente una actitud liberadora.

De lo anterior se desprende que es necesario iluminar los conflictos que -se vean o no- se desarrollan de modo constante en el seno de todas las relaciones sociales. Poner luz sobre las distintas expresiones significa reconocer explícitamente la puja de intereses que está en la esencia de la vida democrática. Por el contrario, su ocultamiento u oscurecimiento deliberado atenta contra toda posibilidad trasformadora y prefigura un virtual escenario de aparente consenso colectivo vertebrado en un puñado de verdades reveladas. No se trata de potenciar las disputas, sino más bien de aportar desde la comunicación al reconocimiento de las diferentes perspectivas sociales, políticas y culturales como condición para resolver las postergaciones históricas.

Un sistema de medios públicos sólido y articulado con las experiencias y tradiciones comunicativas populares es el camino iniciado hace algunos años en Argentina. Los profundos cambios producidos en Canal 7, la sorprendente potencialidad del Canal Encuentro y el reposicionamiento de Radio Nacional marcan el rumbo por el que es necesario seguir transitando.

Finalmente, es casi una obviedad el reconocimiento de las diferencias conceptuales entre lo público y lo estatal. Pero no se trata, como algunos fundamentalistas pretenden, de negar la potestad de los gobiernos en definir la direccionalidad de sus políticas editoriales. No es coherente naturalizar las decisiones empresariales de una empresa privada y al mismo tiempo condenar todo intento gubernamental por definir una línea editorial para los medios que gestiona. El carácter público de una empresa presupone el interés colectivo y es responsabilidad del Estado su correcta administración.


En última instancia, se trata de respetar las reglas del juego democrático que todos aceptamos jugar.
*Ernesto Espeche es doctor en Comunicación Social y docente e investigador universitario. Director de la Carrera de Comunicación Social de la Universidad Nacional de Cuyo y director de Radio Nacional de Mendoza.

domingo, 28 de noviembre de 2010

NESTOR KIRCHNER ERA EL GRAN CONSTRUCTOR DE PARADIGMAS DE AMERICA DEL SUR



Al cumplirse un mes de la partida de Néstor Kirchner compartimos el discurso de agradecimiento de Cristina Fernández, quien participó de la IV Cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), en Guyana, donde se rindió homenaje al ex presidente Néstor Kirchner y ex secretario general de ese organismo.
Mabel Maidana, Co-coordinadora Comisión Nicolás Casullo
de Medios Audiovisuales en Carta Abierta

miércoles, 24 de noviembre de 2010

LA BATALLA DE OBLIGADO

En 1846, la prensa rosista, sobre todo el Archivo americano, dirigido por el sagaz polígrafo napolitano Pedro De Angelis, no dejaría pasar las importantes apreciaciones que el general San Martín enviaba precisamente desde Nápoles, donde se hallaba por razones de salud. Lo que había despertado el fervor de San Martín era la noticia de la batalla de Obligado, ocurrida unos meses antes, por lo que se ponía a disposición de Rosas. A pesar de sus dolencias, escribe varias cartas en donde incluso considera la eventualidad de la toma de Buenos Aires por parte de Francia e Inglaterra. En esa hipótesis, razonaría consejos militares de gran sutileza para poder recuperar la ciudad aun con milicias de menos calidad y cantidad que las europeas. Su escrito cumplía un papel de disuasión ante los poderes imperiales europeos.

Al final de sus días, el general dona su sable a Rosas a través de la cláusula tercera de su testamento. Rondaba su pensamiento un solo tema, la posibilidad de comparar la dimensión de la emancipación del dominio español con la lucha del gobierno de la Confederación Argentina contra las dos mayores potencias europeas, la Francia de Luis Felipe de Orléans y la Inglaterra que ya comenzaba su “era victoriana”, con sucesivos primeros ministros que el mundo recordaría, Melbourne, Peel, Palmerston, luego Gladstone y Disraeli.
Son los años de la revolución industrial madura, de la expansión del imperialismo mercantil, de la guerra del opio, de la hambruna irlandesa, de los cercos sobre el Río de la Plata en nombre de la “libre navegación de los ríos”. Rosas había estudiado bien la política inglesa y alguna vez se jactará de su amistad con Lord Palmerston, a quien al parecer pertenecía la propiedad que ocupará como exilado en las afueras de Southamptom. El Foreign Office es sutil y Rosas no lo es menos. Se conocen, se han combatido, secretamente se han admirado y comprendido.

 En cuanto a Francia, gobierna Luis Felipe de Orléans, el régimen que Marx en Las luchas de clases en Francia había llamado la “monarquía financiera”. Su ministro Guizot era gran conocedor de la historia francesa e inglesa, rival de Palmerston pero no de Peel, admirador del gran historiador inglés Gibbon –del mismo modo que, muchos años después, también lo admiraría un ciudadano nacido en el país al que atacaría en dos oportunidades la marina de Francia: Jorge Luis Borges–. Rosas tampoco desconocía la política francesa y según una paradoja que Sarmiento considera en el Facundo, se valía de la propia prensa europea, que íntimamente despreciaba, para defender su gobierno. En efecto, el escritor francés Emile Girardin mantiene un diario, La Presse, que al parecer era financiado en cierto momento desde Buenos Aires para defender las posiciones del gobierno de la Confederación rosista en esos años de fuego, si es que algunos no lo son.

Rosas no carecía de pensamientos políticos elaborados, aunque no solía expresarlos en público. La liturgia barroca de su gobierno, tema de gran interés, hizo que se lo comparara con Felipe II. Había escrito un diccionario de lenguas pampas porque el mundo del orden, que era el suyo, implicaba saber el idioma en que se debía garantizar la sumisión de los vencidos. Fugazmente, despertaría el interés de Darwin, quien se cruza con él en medio de la pampa. Rosas era lector de viejos textos ultramontanos y de ciertos clásicos. Alguna vez ha citado a Burke y a De Maistre, se sabe que cuida una valiosa edición de la Etica a Nicómaco y se guía por pasmosas encíclicas papales.
Además, tiene Rosas una concepción del absolutismo político que no es de floración espontánea, sino que proviene de su familiaridad con textos sobre El Príncipe, escritos por consejeros finamente reaccionarios, entre otros –como lo prueba Arturo Sampay– un teórico de las monarquías del siglo XVIII, Gaspard Réal de Curban. Viviendo como exilado en el farm inglés, reprodujo las escenas de una granja pampeana, intentó escribir sus memorias, se carteó con sus fieles, recibió a Alberdi y a los Quesada, llegó a interesarle a Ernst Renan (que leyó manuscritos de Rosas que le fueron entregados por Adolfo Saldías) y condenó a la Comuna de París en 1871, empleando la expresión “comunistas” con el mismo valor que le adjudicaron los credos reaccionarios del todo el siglo XX.

He allí un tema. La batalla de Obligado hay que verla eminentemente “desde el sable de San Martín”, el mismo que en la década del ’60 del siglo XX fue motivo de disputas y capturas simbólicas por parte del peronismo. Pero no puede ser vista desde las propias opiniones de Rosas y su mundo cultural de terrateniente exuberante, con su gauchocracia aúlica y ritualista. Rosas fue más astuto que lo que Marx imaginaba cuando en sus escritos de 1850 sobre la India especulaba que la “astucia de la razón” debía hacerse responsable de la crisis de la dominación británica en países de ultramar, donde el imperialismo debía penetrar ampliamente para luego crear él mismo la contradicción que lo derrocaría.


Concreto, Rosas tiene la astucia del gran propietario de tierras, mimético con la lengua de sus subordinados, que arma milicias propias y que, sin dejar de ser un empresario ganadero moderno, lo es preservando más arcaísmos culturales que los que toleraban Marx y Sarmiento. Por eso libra batallas de autonomía territorial pero sin concepción antiimperialista o libertaria, sino más bien autocrática. En nada se desmerece con esto ninguna batalla, en la medida que no hay hecho que no sea paradójico.

 El movedizo psicoanalista esloveno Slavoj Zizek se deslumbró con Rosas como lo había hecho antes Pedro De Angelis, aunque un siglo y medio después. Dice precisamente que Rosas es el ser paradójico que impulsó la unidad nacional sin ser demócrata, que era un republicano jacobino que sin embargo hablaba como un conservador y que, en suma, fue una persona de derecha que cumplió objetivos de izquierda. No son interesantes hoy estos pensamientos. Las paradojas existen, liberan las existencias aherrojadas, componen lo político en su realidad última, pero si son mal planteadas, pueden dar una explicación “rosista”, por lo tanto antediluviana, a hechos interesantes ocurridos durante el período de Rosas. Marx, como se sabe, juzgó a Bolívar como un anacronismo político que impedía el reinado universal de las precondiciones revolucionarias en el mundo. Las raíces de este error “europeísta” fueron muy bien explicadas por el pensamiento de la “izquierda nacional” y del socialismo latinoamericanista de José Aricó, hace ya muchas décadas. Pero la razón absolutista de Rosas no significa lo mismo que la imaginación libre del vasto Bolívar.

La tesis de un tiempo latinoamericano específico, capaz de darles singularidad a los procesos emancipadores de estas tierras –tema de absoluta vigencia–, precisa de todas maneras una noción amplia y sensible del tiempo universal y de los problemas complejos de la modernidad. ¿Hasta qué punto es posible omitir, de la sensibilidad emancipatoria anticolonial, los elementos de una comprensión lúcida del conflicto social moderno? San Martín ve en la Europa de 1848 síntomas de disgregación social, juzga la convulsión de las barricadas revolucionarias como un hombre de orden, que lo es, pero a diferencia de Rosas, no lanza rayos y centellas ni pide auxilio al Vaticano. En un libro que pensaba titular “La religión del Hombre”, Rosas iba a proponer una Liga de Naciones de la Cristiandad regida por el Papa, a la manera de la Santa Alianza. Victor Hugo y Mazzini le parecían solo contenibles por la mano fuerte de Napoleón III. La Primera Internacional le preocupaba, y se mantiene informado puntillosamente sobre los movimientos de los adeptos de Marx.

El revisionismo histórico rosista, en sus variantes republicana conservadora, ultramontana apostólica, nacionalista católica, nacionalista popular y nacionalista de izquierda, y en sus estilos más o menos documentalistas o legendarios, plebeyos o aristocráticos, es un movimiento publicístico ampliamente vigente en la conciencia pública y en los medios de comunicación. De ser la segunda voz, nunca endeble, de las interpretaciones historiográficas, ha pasado a ser ya la primera. Propone amplios modelos del pasado para un juicio inmediatista sobre el presente. Admitamos que las extrapolaciones del pasado muchas veces son hilos internos vibrantes de los grandes trabajos de investigación histórica. Pero en especial si se procede con delicadeza en la traslación, tratando los textos sin reduccionismos ni forzamientos.

Son tiempos éstos en que son necesarios nuevos aglutinamientos sociales de emancipación, que conjuguen temas nacionales, sociales, de sensibilidad cultural y con nuevos lenguajes públicos que no se cierren en forma unidimensional sobre liturgias venerables. Estas gestas son hechos que pueden transferirse al presente en la medida en que los grandes arquetipos se nutran también de la noción de que en la historia nada es traducible de inmediato. Esta traducción será obra de un cuidado analítico, del respeto documental, de la imaginación pública para que las leyendas nacionales sean relatos democráticos y que las sagas del pasado no aprisionen litúrgicamente la rica heterogeneidad del presente.
La Vuelta de Obligado fue una epopeya nacional notable, que significa también una nueva obligación a la vuelta de una larga discusión argentina. Demostró y demuestra que hubo y hay una “cuestión nacional”. Demostró y demuestra que los proyectos de modernización cultural no deben estar hipotecados a los poderes mundiales que se arrogan mensajes civilizatorios aunque se presentan con incontables coacciones. Demostró y demuestra que es posible conmemorar una proeza nacional y popular sin aprobar el régimen político bajo el cual ocurriera. Demostró y demuestra que la rica variedad de la historia argentina no puede ser encapsulada en géneros fijos y simbologías señoriales. Demostró y demuestra que estamos obligados a hacer de la historia transcurrida el alma libertaria de los poderes populares instituyentes que están en curso.
Horacio González, Sociólogo, director de la Biblioteca Nacional

lunes, 15 de noviembre de 2010

NICOLAS CASULLO PUDO VER AL HOMBRE QUE VENÍA

"Nicolás Casullo escribió esta nota en mayo de 2002, un año antes de que Néstor Kirchner llegara a la presidencia y antes incluso de que fuera realmente un candidato. El notable texto pinta el personaje que el gobernador patagónico podría llegar a ser y en muchos aspectos realmente fue."

Así introduce el diario Página 12 el artículo que publicó en su edición de este domingo 14 de noviembre de 2010. Lo reproducimos en memoria de Néstor pero también de Nicolás, nuestro querido Nicolás que falleció el 9 de octubre de 2008.


El hombre que venía
Néstor Kirchner representa la nueva versión de un espacio tan legendario y trágico como equívoco en la Argentina: la izquierda peronista. En su rostro anguloso, en su aire desorientado como si hubiese olvidado algo en la mesa del bar, Kirchner busca resucitar esa izquierda sobre la castigada piel de un peronismo casi concluido después del saqueo ideológico, cultural y ético menemista. Convocatoria kirchneriana por lo tanto a los espíritus errantes de una vieja ala progresista que hace mucho tiempo pensaba hazañas nacionales y populares de corte mayor.

Revolotean escuálidos los fantasmas de antiguas Evitas, CGT Framinista, caños de la resistencia, Ongaro, la gloriosa JP, la Tendencia, los comandos de la liberación, ahora sólo eso, voces en la casa vacía. Por eso un Néstor Kirchner patagónico, atildado en su impermeable, con algo de abogado bacán casado con la más linda del pueblo, debe lidiar con la peor (que no es ella, inteligente, dura, a veces simpática) sino recomponer, actualizar y modernizar el recuerdo de un protagonismo de la izquierda peronista que en los ’70 se llenó de calles, revoluciones, fe en el General, pero también de violencia, sangre, pólvora, desatinos y muertes a raudales, y de la cual el propio justicialismo en todas sus instancias hegemónicas desde el ’76 en adelante, renegó, olvidó y dijo no conocer en los careos historiográficos. De ahí que en las nuevas generaciones de jóvenes de los últimos 20 años, las crecidas entre Luder y Menem, aquel “peronismo de izquierda” no dejó datos ni rastros: las nuevas generaciones medias no alcanzan a descifrar ese rótulo como algo digno de ser pensado. Por eso, como espacio histórico dramático y fallido, lo de Kirchner tiene el signo de la nobleza, del respeto a una generación vilipendiada con el mote de puro guerrillerismo. Es fiel a una memoria fuerte del país que ningún peronista “referente” se animó a aludir en la nueva democracia, y también signo de aquellos fatalismos. Larga es la lista de enemigos internos y externos de esa izquierda nacional en el movimiento desde 1953 hasta hoy: los “cobardes, entreguistas, traidores, claudicantes, negociadores, burócratas, mariscales de la derrota, antipueblo” y finalmente esa extraña y exitosa ecuación de modernización y renovación justicialista que desembocó en el menemismo-liberal que enamoró a todos los poderes reales en la Argentina. Lista de defecciones tan eterna y concreta que casi terminó siendo, desde 1955, la historia real del peronismo. La de sus defecciones.

En esa temeraria pelea está inscripto hoy el santacruceño. Según muchos, Kirchner asume la responsabilidad de una pieza semiarqueológica: los militantes peronistas “setenteros”, ahora cincuentones, quienes viven la biografía del movimiento del ’45 como sentados en una estación abandonada y ventosa muy al sur del país por donde volver a pasar, aunque todavía no se note, ni se crea, ni se oiga, aquel verdadero tren de la historia que algún día podrá llenar de humo purificador la patria.

Sentados en el andén vacío y destartalado, como a una hora señalada, los del grupo toman mate, hacen muñequitos de madera con las navajas, parrillan corderitos en la estación sin nadie, miran de soslayo por si se acerca alguien, y achican los ojos cada tanto con las manos de visera en pos de un imaginario punto negro, lejano, que se vaya agrandando sobre las vías con su silbato anunciador. La cuestión es no dar demasiados datos de esa espera. Por eso Kirchner habla rápido, a veces medio desprolijo, o deambula confusamente entre cámaras de noticiero tratando de coincidir con la memoria de los mártires, con el subsuelo del tercer cordón ex industrial, o con una histérica cacerolera de Belgrano R. Porque en realidad está diciendo algo difícil, complejo, discutible, pero a lo mejor por eso profundamente cierto en cuanto a por cuál sendero se sale realmente de este entuerto, donde el país se desbarranca por la ladera, perdida toda idea de sí mismo, toda imagen nacional.

 Es posible que no sea candidato, o mejor dicho que no le alcance el envión entre los sueños solapados del presidente Duhalde, las encuestas optimistas de De la Sota, la coincidencia de los poderes con Reutemann, las infinitas “re-reelecciones” de Menem, el caradurismo simpático de Rodríguez Saá. Desgarbado, lungo, de palabra directa, está último en esa lista, cuando cada tanto viene del sur para exigir elecciones ya. Para decir que va por adentro o va por afuera pero no va a entrar en ninguna trenza. Lo converso con mis amigos y el 80 por ciento no lo ubica, lo semitienen en algún rincón de las imágenes del consciente pero no del todo. Les digo que es el fantasma de la tendencia que vuelve volando sobre los techos y sonríen como si les hablase de una película que no se va a estrenar nunca porque falta pagar el master.

Si rompe con el peronismo corre el eterno peligro de quedarse solo, ser simple izquierda, ser no “negocio”. Si se queda adentro, ya nadie sabe en qué paraje en realidad se queda: corre el peligro de no darse cuenta un día que él tampoco existe.

En ese maltrecho peronismo que vendió todas las almas por depósitos bancarios, Kirchner es otra cosa: insiste en dar cuenta de que ésta no fue toda la historia. Que hay una última narración escondida en los mares del sur.
Fuente: Página 12, 14 de noviembre de 2010
Mabel Graciela Maidana, Co-coordinadora "Comisión Nicolás Casullo"
de Medios Audiovisuales en Carta Abierta

martes, 9 de noviembre de 2010

RICARDO FORSTER, SUS PALABRAS PARA NÉSTOR KIRCHNER EN LA ASAMBLEA DE CARTA ABIERTA




Tenemos el impulso permanente de aludir a Néstor Kirchner, a su inesperada partida, en un interminable adiós que sólo es la búsqueda de las palabras que nos ayuden a dibujar la ausencia de ese ser entrañable, inesperado, audaz, divertido, desafiante.

Con su lenguaje sencillo para decir cosas complejas, sus palabras sentidas y emocionadas, nuestro compañero Ricardo Forster expresó en la Asamblea de Carta Abierta en la Biblioteca Nacional su pensamiento y sus sentimientos acerca de Néstor Kirchner, esa anomalía que sorprendió a tantos argentinos y a los poderes corporativos.

Sigamos homenajeando el recuerdo del compañero Néstor Kirchner que tuvo la maravillosa virtud, entre tantas, de enseñarle a los jóvenes que vale la pena hacer política y comprometerse con su país, con sus ideas, con sus compatriotas para hacer de este territorio que es la Argentina un lugar mejor para todos.
Mabel Maidana, Co-coordinadora Comisión "Nicolás Casullo" 
de Medios Audiovisuales en Carta Abierta

jueves, 4 de noviembre de 2010

CRISTINA FERNANDEZ RELATA LOS FUNDAMENTOS DEL PROYECTO POLITICO DE GOBIERNO DESDE 2003

A propósito del 50 aniversario de la ciudad de Berazategui, la Presidenta Cristina 
hace un discurso en el que va desarrollando los fundamentos 
del proyecto político iniciado desde el 2003 
por Néstor Kirchner.
 


 Mabel Maidana, Co-Coordinadora Comisión Nicolas Casullo 
de Medios Audiovisuales en Carta Abierta