jueves, 16 de agosto de 2012

MEMORIAS DE UN MERCENARIO (folletín verídico): JUEGO DE TIBURONES




Ningún editor en ninguna redacción dirá jamás “haremos una campaña para destruir a fulano”. No, los editores, los dueños de los medios, y los que allí mandan, no hablan así. No más allá del ámbito de sus herméticas cúpulas, y a veces ni siquiera allí. Suelen presentarse “indignados” por las peripecias morales de Fulano.

Por Daniel Ares (*) / Más bien, y dependiendo ya de las capacidades histriónicas de cada editor, éste se presentará acaso indignado por las peripecias morales de Fulano; quizá nos agregue un inventario de sus probables miserias –que nosotros tomaremos como probadas-, y luego sí, por fin, casi con inocencia, nos encargará una investigación sobre el sospechoso  Fulano, investigación que no será exitosa si no se encuentran los argumentos que sostengan sus prejuicios. ¿Se entiende? Mejor así, en el periodismo industrial, el novato deja de ser un novato a medida que afina el oído.

A fines de 1990, y al cabo de cinco años de sobrevivir como free lance –así  gustaba llamarme-, circunstancias muy personales que no vienen al caso, me obligaron a volver al yugo diario de las grandes redacciones, las “redacciones estrepitosas”, como las llamaba Arlt…

Elegí Noticias de la Editorial Perfil, porque entonces era la revista de mayor venta, y porque en el comando estaban varios viejos camaradas de los días de plomo que sí habían seguido su carrera jerárquica a bordo de sólidos buques mercantes. Apenas me ofrecí por las dársenas, enseguida me tomaron, y allí tenía ya mi primera bolsa de papas doblándome los hombros. Empezaba de vuelta como si empezara de abajo.

El mundo de las grandes redacciones es un ambiente seudo artístico, de seudos artistas y seudos astros, donde el ego auténtico nos revela lo peor de nosotros, egoísmos, vanidades, competencia desleal, celos profesionales –un eufemismo por envidia-, y otras miserias conjugadas… ninguna bohemia, ja, qué va: te dormís cinco segundos, y te pasan una navaja por el cuello.
Así las cosas, en tales ámbitos, no siempre se perdona el retorno de los hijos pródigos que probaron la libertad, y… y que aquí vuelven vencidos.

Allí entonces, cierta tarde, Teresa Pacciti, editora entonces de Noticias, me encomendó “como para empezar” un “recuadrito”- rápido y barato- sobre Eduardo Eurnekian, entonces flamante dueño de la señal América de televisión, ya sobre los aeropuertos argentinos, y tan allegado sino amigo del entonces presidente Carlos Menem.

Allí mismo, Teresa, indignada por carácter transitivo, me contó que “Jorge” (Fontevecchia), parecía muy republicanamente preocupado por el crecimiento patrimonial y mediático del fulano en cuestión…
A buen entendedor, claro… De cualquier forma el destino eran no más de 30 líneas como parte de una nota que ni siquiera me explicaron. Empezaba de vuelta como si empezara de abajo.
Pero la experiencia vale la vida que te cuesta.

Entonces Eduardo Eurnekian mantenía una casi violenta rivalidad pública con Julio Ramos, dueño-fundador de Ámbito Financiero, y que por aquellos días justamente por una licitación con Eurnekian, una señal de radio, o algo  más, eso no puedo recordarlo, lo que sí recuerdo, es que se odiaban.
Tomé el atajo.

Para no molestar al señor Eurnekian con una entrevista en la que me hablara bien de sí mismo sin parar, preferí molestar mejor al señor Julio Ramos, que sin embargo no quiso hablar de su archirrival, en atención a la ética –supuse-, pero quien muy amablemente, al día siguiente nomás, me hizo llegar a la redacción de Noticias pero a mi nombre una caja que parecía contener dos pares de zapatos, pero contenía más o menos cuatro kilos de fotocopias con la vida y la obra, documentos personales, contratos, negocios, antecedente legales, causas, pelos y señales de mi objetivo y sus empresas.
Todo, bah.

En ese plato de plata, faltaba nada más que la cabeza cortada del propio Eurnekian.
El volumen y la calidad del material se llevaron por delante cualquier otra idea, y aquella nota fue la tapa de la semana. Ningún recuadrito.

Arrancábamos bien.

Sentí que aún no estaba en forma del todo, pero que los reflejos todavía respondían, y que las mañas cosechadas en los caminos, comenzaban por fin a florecer… y a fructificar.

Como escribo estos relatos sobre todo para salvar de ilusiones innecesarias a los jóvenes que se inician en la industria periodística, me gustaría por las dudas subrayar la moraleja: cuando tu objetivo tiene enemigos, tu misión tiene amigos. 

Y nunca agradezcan nada.

Antes de un año Julio Ramos iba a cobrarme bien caro aquél favor (que también se hizo a sí mismo)… pero eso es un capítulo aparte.
Lo importante es recordar que en este juego, uno es el pescador, ellos los tiburones. (Continuará)
(*) El autor es editor de Elmartiyo.blogspot
Fuente: Agepeba

Mabel Maidana, Co Coordinadora Comisión Nicolás Casullo
de Medios Audiovisuales en Carta Abierta

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