lunes, 14 de febrero de 2011

CRISTINA, NARICITA Y PERUCHO

Cristina Saviano es una amiga virtual de la red Facebook,  profesora y traductora de portugués, y todo lo que conozco de ella está escrito en su perfil. Hoy me sorprendió con un texto insospechado, agradable y cálido. No es ella la escritora, es Cristina, pero otra Cristina. Y las dos hicieron que conozca a un autor brasileño escritor de literatura infantil muy popular. Lo han leído varias generaciones; cuando le preguntaron a Caetano Veloso ¿cuál fue su primer contacto con la literatura? , respondió entre otras cosas:  "Leía historias de Monteiro Lobato"

Reproduzco literalmente el mensaje de mi amiga virtual:
"HOY en la Universidad en que estudo descobri um hermoso Discurso de Sua Hermosa Cristina Kirchner* que emociona muito porque Cristina Kirchner* también compartilhou um grande Escritor Brasileiro MONTEIRO LOBATO* en sua Infancia, quando niña, MONTEIRO LOBATO VIVEU SEUS ULTIMOS ANOS DE SUA VIDA EM BUENOS AYRES* Escreveu um Livro dedicado ao Peronismo" LA NUEVA ARGENTINA" em 1947.com o pseudonimo de *Miguel Pilato Garcia*.

La historia reciente es así:
La editorial Losada lanzó el libro del escritor brasileño Monteiro Lobato "Las aventuras de Naricita"
La edición del libro forma parte del Programa de Apoyo a la Traducción de Obras de la Literatura Brasilera, patrocinado por la Embajada de Brasil en Buenos Aires.
José Benito Monteiro Lobato (1882-1948), fue escritor, periodista, editor, traductor, empresario del hierro y del petróleo. Estudió Derecho, pero más tarde abandonó la profesión para dedicarse a la literatura. Fundó la industria editorial en su país, y se convirtió, con las historias de La quinta del benteveo amarillo, en uno de los mayores autores de literatura infantil y juvenil del Brasil.
El libro incluye: Naricita respingada, La quinta del Benteveo, El marqués de Rabicó, El Matrimonio de Naricita, Las aventuras del Príncipe, El Gato Félix. Todo comienza con una inesperada visita de la nieta de Doña Benita al Reino de las Aguas Claras, y con la llegada de su primo, Perucho, a la quinta del Benteveo amarillo para pasar unas nuevas vacaciones.


La sorpresa que me dio Cristina Saviano es que el libro está prologado por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner quien en él declara su fervor de lectora de los libros de este autor durante su niñez.


Transcripción del prólogo:

Mamá o mi abuelo acostumbraban atender a cuanto vendedor de libros tocaba el timbre de nuestra casa. Eran épocas de ventas en cuotas interminables. Diccionarios en tres tomos, gigantescos y pesados, que apenas con mis seis o siete años alcanzaba a bajar de los estantes para leer, colecciones enteras de todo tipo de enciclopedias, revistas y fascículos de la Biblia, y otros relatos que luego mamá mandaba a encuadernar. La lista sería infinita, como grande la biblioteca que se fue formando en esos años de infancia. Sin embargo, mi memoria registra con absoluta nitidez la llegada a casa de la colección completa de lo que recuerdo como Las travesuras de Naricita y Perucho, de Monteiro Lobato. Su formato de tapas duras, coloradas, con las líneas de los rostros de Naricita y Perucho, en dorado, constituyen un registro visual imborrable.

Más que leerlos, literalmente devoré esos textos que iban de las fantasías más alocadas a la enseñanza de historia, geografía, geología y todo tipo de conocimiento. Emilia, la muñeca de trapo, terca y caprichosa, intrigante y rezongona, pero querible como pocas, convivía con el Vizconde – un marlo de maíz con galera e impertinentes – siempre atinado, serio y responsable. Naricita y Perucho, dos niños fantasiosos, aventureros, inquietos y siempre deseosos de saber más, podrían haber sido uno de nosotros. Doña Benita, la abuela, era una “abuelísima” de gafas y pelo blanco que con la ayuda de la negra Anastasia – la “tía” inefable creadora de Emilia, la muñeca – hacían de la quinta del “Benteveo amarillo”, un lugar en el que todos hubiéramos querido vivir.
 
Pasada mi niñez pensé que todos esos personajes pasarían a formar parte de los lejanos recuerdos de una infancia feliz de muñecas y libros, de juegos y conocimientos. Sin embargo, la vida, el destino personal o el del país, o ambos en intensa combinación, hicieron que volviera a encontrarlos en dos oportunidades más.

Una fue durante el año 1976. Había transcurrido largo tiempo desde mis lecturas infantiles. En nuestra biblioteca familiar, bajo mi impronta, y luego la de mi hermana Gisele, se habían incorporado otros textos. Junto a Monteiro Lobato, estaban Hernández Arregui, Rodolfo Puigrós, Arturo Jauretche, Scalabrini Ortiz, Marechal, Cooke, Franz Fanon, Walsh, Perón, Galeano, Benedetti, Darcy Ribeiro, Paulo Freire, Sastre, Camus, y tantos otros. Las fantasías habían dado paso a las utopías, las aventuras a la militancia, el conocimiento puro y casi aséptico a otros conocimientos: el del entramado cultural que, al amparo de dictaduras militares recurrentes, sumía en la desinformación y la expoliación a nuestro país y a nuestra Latinoamérica.
 
Una tarde de febrero de 1976, irrespirable, no sólo por el calor, sino por lo que sucedía – que presagiaba tragedias mayores - , llegué a casa de mamá. Ya no vivía allí, el año anterior me había casado con un compañero de la facultad. La encontré a mi hermana forrando las tapas de los libros cuya sola tenencia, en caso de allanamientos – muy frecuentes en aquellos días – eran el pasaporte directo a la cárcel, en el mejor de los casos. Gisele al mismo tiempo cortaba las primeras páginas de los libros de Naricita y Perucho y los pegaba en los libros de Puiggrós, de Fanon, Walsh o Cooke. “Qué estás haciendo loca?”, le pregunté – siempre amable y diplomática-. Me miró y me dijo: “¿yo, loca?”, loca está mamá que nos quiere quemar todos los libros; te aviso que ya te tiró al pozo ciego todos los “desca” y las “militancia” – El Descamisado y Militancia eran dos semanarios obligados de aquella época -, y siguió forrando tapas “peligrosas” y pegando páginas de los libros de Monteiro Lobato, mientras yo la miraba absorta, sin saber si reír o llorar. No hice ninguna de las dos cosas, me fui a mi casa de City Bell, en las afueras de La Plata, donde vivía con Néstor Kirchner, quien había dejado de ser mi compañero de facultad, para transformarse en mi compañero de vida.
 

Nunca allanaron la casa de mamá; nunca volví a preguntarle a mi hermana si Naricita y Perucho seguían mezclados con aquellos libros de mi juventud. La mente humana se las arregla para esconder, en algún pliegue lo que no queremos recordar.

 Pasaron los años y la dictadura. Néstor fue elegido intendente de su ciudad natal en 1987, y yo, diputada provincial de Santa Cruz en 1989. En 1991 él fue gobernador de la provincia, cargo por el que fue reelegido en los años 1995 y 1999. En el año 2003, fue electo presidente de todos los argentinos. Treinta años exactos después de aquellas lecturas, de aquellos fuegos. Comenzó su presidencia en un país al borde de la disolución económica y social después del default, sin olvidar Malvinas y una generación desaparecida, que había abrevado en aquellos textos queriendo escribir una historia distinta. Desde 1995, fui elegida, en distintas oportunidades, como diputada y senadora nacional, cargo, este último, que ocupaba cuando Néstor asumió como presidente.

Durante el año 2008, tuvo lugar mi tercer encuentro con Naricita y Perucho. Esta vez fue – cosas de la vida – en el Brasil. El Brasil de Monteiro Lobato. Ya no era una niña que leía incansablemente; tampoco era la joven militante peronista del cigarrillo permanente en la mano, que leía y discutía todo el tiempo. Tenía 55 años y era la presidenta de la República Argentina, en visita oficial a la hermana República Federativa del Brasil. Compartía la mesa con Luis Ignacio Lula da Silva, su presidente, y Celso Amorim, su canciller, entre otros. De repente, en la conversación volvieron a aparecer Naricita y Perucho – nunca voy a recordar el motivo - . Celso hace referencia a Monteiro Lobato y entonces le conté acerca de mis lecturas infantiles. No lo podía creer. Eran también sus preferidas. Allí surgió la idea de patrocinar por parte del gobierno del Brasil una nueva edición de las aventuras de Naricita y Perucho, esta vez prologada por mí.
Y aquí estamos. No sé si éste será mi último encuentro con estos niños entrañables; si los hijos de mis hijos leerán libros, o serán definitivamente atrapados por Internet. No lo sé. Espero que no, por ellos: se perderían el placer indescriptible de abrir un libro y no saber qué van a encontrar, a imaginar, a fantasear. Se perderían las sensaciones que provoca atravesar esta vida, construyendo utopías y abriendo caminos, que parecían definitivamente cerrados para nuestro país y nuestro continente. Por eso, espero nuevos encuentros. Por ellos y por nosotros. En definitiva, por todos.

A Naricita y Perucho, a Emilia y el Vizconde; a Anastasia y doña Benita y a todos lo que contribuyeron a alimentar mis sueños y forjar mis Utopías.
Cristina Fernández de Kirchner
Olivos,  20 de febrero de 2010 "


El prólogo de Cristina es una historia de sus lecturas de niña que, como las cajas chinas, encierra varias historias: la de una generación, la de su historia personal, las que evoca la bibliografía que menciona y que formó a esa generación, la nuestra; la historia del compromiso político, la de la militancia, las del escenario de la ciudad de La Plata, las de la represión. La historia de hoy. Una historia de vida, la suya y también la de quienes compartimos una concepción del mundo en la ciudad Eva Perón.

Ficha del libro: 
Las travesuras de Naricita
Monteiro Lobato
Prólogo de Cristina Fernández de Kirchner
Traducción de Ramón Prieto
Ilustraciones de Paulo Borges
Editorial Losada, Buenos Aires, 2010
Mabel Maidana, Co-coordinadora Comisión
Nicolás Casullo de Medios Audiovisuales en
Carta Abierta

 





 



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2 comentarios:

Sujeto dijo...

Hola Mabel
¿Sabés qué nos diferencia por sobre todas las cosas a los kirchneristas de los otros? Que somos buenas personas. Que nos importa el otro, especialmente si es débil, desprotegido, si tiene hambre de comida o de justicia.
Por eso necesitamos no sólo los próximos 4 años, sino los siguientes también. Necesitamos la profundización del modelo, ser aún más revolucionarios de lo que se está siendo.
Hasta la Victoria, siempre. Con Néstor y Cristina.
Un Abrazo

Maby dijo...

Así es, coincido en todo. Y es nuestra obligación hacer todos los esfuerzos para continuar por el camino que transitamos, de lo contrario se perderá todo el esfuerzo. Si, los próximos cuatro años, sino más. Tenemos que lograrlo!
Un abrazo.
Maby