domingo, 19 de mayo de 2013

DESDE EL 22.5% DE LOS VOTOS

Por 
Gabriel Mariotto. Vicegobernador de la provincia de Buenos Aires
 
El 25 de mayo del 2003, asumía la Presidencia Néstor Kirchner. El regreso de la política y las convicciones.
Pa’ mí que los chapetones
Ya nos cuentan redotaos
Y es que no han cáido
en que somos
Pocos pero bien montaos.


“Cielo de los tupamaros”
Osiris Rodríguez Castillo.

Hace 10 años, Néstor Kirchner llegaba al Congreso de la Nación para asumir como presidente de todos los argentinos. Una patria dañada y un pueblo castigado escucharían la palabra de un “hombre común con responsabilidades importantes”. No es por chicanear ni hacer leña del árbol caído, pero es imposible no recordar que Néstor llegaba a la presidencia con el menor porcentaje de votos en la historia de los comicios argentinos, quitándole al radicalismo aquel récord de don Arturo Illia y su exiguo 23% del año 63. Pero si 23 era poco, qué podía pedirse del 22,5 con el que el nuevo gobierno asumía.

Ese nuevo gobierno bien podría haber llegado a aquel 25 de mayo con más del 60% de los votos de haber existido la segunda vuelta, que la deserción de Carlos Menem le negó a Néstor Kirchner como candidato y al pueblo argentino como elector.

Pero la realidad y la estadística (que no siempre son lo mismo) decían a las claras que eran más los desocupados (más del 25%) que los argentinos que en primera vuelta habían vislumbrado que ese hombre desgarbado y pasional, llegado del Sur de la Patria, sería capaz de sacarnos del brete en que la especulación y la impericia habían puesto a la Argentina.

 “Por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión política, esta es la oportunidad de la transformación, del cambio cultural y moral que demanda la hora. Cambio es el nombre del futuro.”
Así le hablaba Néstor al pueblo en su primer discurso. Les hablaba a todos, al exiguo 22,5 que lo había votado, a los tantos que no lo habían podido votar en segunda instancia y a los que no le hubieran dado su voto.

 Sin embargo, esa comprensión histórica que el presidente tenía no era compartida por algunos sectores de poder. Eran aquellos a los que el escaso porcentual logrado en primera vuelta los hacía pensar, como a los “chapetones” del poeta uruguayo, que el presidente electo y sus sueños ya estaban “redotaos”.

Hace falta recordar 10 años después, cuándo y cómo se construyó la fabulosa transformación que hoy vive nuestra patria. En tiempos que los argentinos han decidido acompañar mayoritariamente la construcción de una Argentina inclusiva e incluida en el continente, no es bueno olvidar que el diario La Nación, a través de la pluma de Escribano, anunció que las decisiones y los propósitos de Néstor Kirchner condenaban a la Argentina a tener un gobierno que no superaría los 100 días de mandato. En esas aguas, Néstor Kirchner timoneaba los destinos de un país al que pretendían convencer de que el naufragio más que una posibilidad era un destino. Una Argentina donde sus políticos, los honestos y los otros, los buenos y los peores, los que tenían “aparato” y los que mendigaban el mínimo porcentaje que los colocara en una banca, repetían sin sonrojarse siquiera, que “nadie aguanta tres tapas de Clarín”.

Era la Argentina del kilómetro 501, en la que los jóvenes, como toda respuesta a la decadencia, se proponían ponerse a la distancia mínima que los excluyera de su obligación de votar. Era la Argentina de los consulados europeos dando número a las 3 de la mañana. Era la Argentina de las marchas de jubilados sin jubileo ninguno.

Han pasado 10 años, la Argentina es otra. Ese hombre que se sabía “poco pero bien montao” dio vuelta la realidad y la percepción que los argentinos tenemos de nosotros mismos.

Si nos ponemos a mirar sin apasionamientos inútiles, pero con pasión nacional, estos 10 años, el mejor homenaje que tiene Néstor Kirchner es que los jóvenes ya no quieren alejarse de la urna que los convoca, para votar por nuestra propuesta o en contra de ella, que los padres de esos jóvenes ya no tienen que acompañarlos a la cola de algún consulado para mendigar una doble nacionalidad, que los abuelos de esos jóvenes ven renacer el país en que vivieron hace años.

Al fin de cuentas, que seguimos “bien montaos”, pero ya no somos pocos.
Fuente: Miradas al Sur

Mabel Maidana, Co Coordinadora Comisión Nicolás Casullo
de Medios Audiovisuales en Carta Abierta 


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